jueves, 29 de abril de 2010

Los Escritores Latinoamericanos y su Influencia en el Pensamiento de la Juventud



Por Marinela Delgado Romero.

Se puede decir que la literatura es siempre sorprendente por cuanto se adelanta a los temas que después serán propios de los historiadores, es por ello que nosotros los jóvenes debemos de mantener la memoria abierta a las personas que a través de la magia de la escritura nos han legado belleza, estática y ritmo dejando una huella constructora en la arena movediza que es el destino.
Es especialmente en este conglomerado fantástico de la América Latina donde los hombres y las historias convergen a través de la pluma haciendo que la creación bibliografía en todas sus formas sea numerosa y de calidad tal que ha contribuido ya a la emancipación o bien a la revolución de las ideas.
Podría hacer un recuento de los escritores latinoamericanos, pero esta tarea se antoja casi imposible, ya que en primer término deberíamos de situarnos allá en el valle del Anáhuac con el príncipe poeta Netzahualcóyotl, o en la península con los creadores de Popol Vuh y el Chilam Balam. Deberíamos de comprender las letras de Carlos Sigüenza y Góngora, de Juana de Asbaje y su respuesta a Sor Filotea de la Cruz o de José Joaquín Fernández de Lizardi y su Periquillo Sarmiento.
Al hablar de las letras latinas debemos de recordar al cubano José Martí y a la generación de románticos como Manuel Acuña, Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Díaz Mirón, José Othon, Ignacio Ramírez “Nigromante” y como olvidar a Ignacio Manuel Altamirano con su Zarco y su Navidad en las Montañas.
Es necesario también recordar a la novela de la revolución mexicana con Mariano Azuela y con Martin Luis Guzmán, mismos que serian superados por los grandes ensayistas que dieron la vuelta al continente de la mano del escritor uruguayo José Enrique Rodó y su magnífica obra Ariel, misma que inspiraría a la generación del Ateneo para escribir la Raza Cósmica de Vasconcelos o la Historia de la Cultura en América del dominicano Pedro Henríquez Ureña.
Es así y como de la mano de Rubén Darío y Pablo Neruda se llega a la novela latinoamericana inaugurada con Juan Rulfo allá en el pueblo de Cómala o bien con Carlos Fuentes y su Región más Trasparente.
Es aquí donde arribamos con Alejandro Carpentier y con la magnífica obra narrativa de Agustin Yáñez. Es indispensable citar a Ernesto Sabato, a Mario Vargas Llosa, a Julio Cortázar, a José Saramago y al humor negro de Jorge Ibargüengoitia con la Ley de Herodes.
Más hacia nuestros días recordamos a Mario Benedetti y a Jaime Sabines ya que con la mejor Táctica y Estrategia sería imposible olvidar a la entrañable Tía Chofi. Es también en la literatura donde las mujeres latinoamericanas han tenido eco, primero con Gabriela Mistral y luego con Rosario Castellanos, Laura Esquivel, Elena Garro, Alfonsina Storni y a Alejandra Pizarnik
Sin embargo debemos reconocer que la América Latina y en especial su juventud se identifica plenamente con las obras de hombres como Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Octavio Paz y Gabriel García Márquez. Gracias a todos estos hombres la América latina por fin cuenta con su propia biblia, en la que se revela nuestra historia, desde el génesis hasta el apocalipsis, con sus éxodos y sus plagas, sus maldiciones y sus esperanzas, sus transformaciones y sus recurrencias.
Son estos hombres a través de sus plumas los que hicieron posibles los movimientos latinoamericanos de reivindicación allá en la década de los sesentas cuando los jóvenes desde el Bravo hasta el Magallanes hicieron sentir su voz en los movimientos estudiantiles que dieron nacimiento a libros como Posdata. Para ser concreta, los escritores latinos tienen gran relevancia no solo porque son capaces de sintetizar la actualidad en glosas, sino porque de ellos deviene directamente los conceptos que hoy nutren al pensamiento de los jóvenes americanos, ya sea a través de la prosa, el ensayo, el cuento, la poesía, el teatro, la novela y más en nuestros días las revistas como Cuadernos Americanos fundada por Jesús Silva Herzog y Daniel Cosió Villegas.
Nos apunta Gabriel García Márquez en su obra cumbre Cien Años de Soledad que haya cuando Aureliano Babilonia descifraba los manuscritos de Melquiades, estaba ya descrito que la ciudad de los espejos seria arrastrada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres, por que las estirpes condenas a 100 años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra, de ahí que nuestro deber como herederos de la tradición latinoamericana es rescatar las voces de los escritores de nuestro bello territorio para así hacer que Macondo viva eternamente en la conciencia de los jóvenes de América.

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